Durante la fiesta de bienvenida a los jóvenes que participaríamos en la Jornada Mundial de la Juventud en el Exhibition Palace de Toronto, Juan Pablo II tomó el Evangelio de las Bienaventuranzas para dar su mensaje:
Nos dijo: muchos les hablan de una alegría que se puede obtener con el dinero, con el éxito, con el poder. Pero, sobre todo, de una alegría que es fruto del placer superficial y efímero de los sentidos. La verdadera alegría -continuó- es una conquista que no se logra sin una lucha larga y difícil. Cristo posee el secreto de la victoria. ¡Sólo caminando con Cristo se puede conquistar la verdadera alegría!.
Con la mirada fija en Cristo, los jóvenes pueden volver a descubrir la vía del perdón y de la reconciliación en un mundo con frecuencia preso de la violencia y del terror. Hemos experimentado con dramática evidencia a lo largo del pasado año el rostro trágico de la maldad humana. Hemos visto lo que sucede cuando reinan el odio, el pecado y la muerte. Pero hoy, la voz de Jesús resuena en medio de nuestra asamblea. Su voz es de vida, de esperanza, de perdón; es una voz de justicia y de paz. ¡Escuchémosla!".
Luego dijo la Iglesia los mira con confianza y espera que se conviertan en el pueblo de las bienaventuranzas. Sólo Jesús es el verdadero Maestro y sólo El presenta un mensaje que no cambia y que responde a las expectativas más profundas del corazón humano. El los llama a ser sal y luz del mundo, a elegir la bondad, a vivir en la justicia, a ser instrumentos de amor y de paz.
“No lo olviden -concluyó el Papa-: ¡Cristo los necesita para realizar su proyecto de salvación! Cristo necesita de su juventud y entusiasmo generoso para hacer resonar su anuncio de alegría en el nuevo milenio. Respondan a su llamamiento poniendo sus vidas al servicio de los hermanos!”
Nos dijo: muchos les hablan de una alegría que se puede obtener con el dinero, con el éxito, con el poder. Pero, sobre todo, de una alegría que es fruto del placer superficial y efímero de los sentidos. La verdadera alegría -continuó- es una conquista que no se logra sin una lucha larga y difícil. Cristo posee el secreto de la victoria. ¡Sólo caminando con Cristo se puede conquistar la verdadera alegría!.
Con la mirada fija en Cristo, los jóvenes pueden volver a descubrir la vía del perdón y de la reconciliación en un mundo con frecuencia preso de la violencia y del terror. Hemos experimentado con dramática evidencia a lo largo del pasado año el rostro trágico de la maldad humana. Hemos visto lo que sucede cuando reinan el odio, el pecado y la muerte. Pero hoy, la voz de Jesús resuena en medio de nuestra asamblea. Su voz es de vida, de esperanza, de perdón; es una voz de justicia y de paz. ¡Escuchémosla!".
Luego dijo la Iglesia los mira con confianza y espera que se conviertan en el pueblo de las bienaventuranzas. Sólo Jesús es el verdadero Maestro y sólo El presenta un mensaje que no cambia y que responde a las expectativas más profundas del corazón humano. El los llama a ser sal y luz del mundo, a elegir la bondad, a vivir en la justicia, a ser instrumentos de amor y de paz.
“No lo olviden -concluyó el Papa-: ¡Cristo los necesita para realizar su proyecto de salvación! Cristo necesita de su juventud y entusiasmo generoso para hacer resonar su anuncio de alegría en el nuevo milenio. Respondan a su llamamiento poniendo sus vidas al servicio de los hermanos!”
No hay comentarios:
Publicar un comentario